El proyecto
Se generó una segunda piel del edificio, una fachada metálica perforada, donde se repite un patrón con la abstracción del logotipo del fraccionamiento. Esta fachada configuró una volumetría de mayor complejidad, que denota al exterior las diferencias espaciales que ocurren internamente; se dota al edificio de más visibilidad desde la avenida, al crecer a una mayor altura, apropiada al contexto urbano; se articula un acceso principal de mayor jerarquía y más clara legibilidad; se dota de sombra a la caseta bloqueando la mayor parte de la incidencia solar desde el sur y el poniente; se tamiza la luz al interior, dejando la posibilidad de mantener las ventanas abiertas sin que el exceso de luz o calor incomode a los usuarios.
Hacia el interior, la caseta de ventas se visualizó como un espacio flexible, que debe funcionar lo mismo al estar lleno de clientes, que en horarios con poca afluencia.
Mediante la subdivisión de zonas con amueblado y ambientación bien definido y diferenciado, las configuraciones habituales de los grupos de clientes (parejas, parejas con hijos pequeños, profesionista joven acompañado de sus padres, familias completas) tendrán un lugar pensado para cada uno de ellos.
Finalmente, el exterior se rodea de jardines, de vegetación nativa, y se suprimen los anuncios panorámicos: la caseta por sí misma será el emblema y referencia del fraccionamiento.